Dando inicio al Ciclo de Seminarios de extensión universitaria, que se desarrollarán a lo largo de la Gestión II-2018, el día miércoles 19 de septiembre, se dio inicio al ciclo de Seminarios organizado por la UNSLP.
De los seminarios participaron estudiantes de las diferentes carreras de la Universidad. Los seminarios realizados fueron los siguientes:
El descubrimiento del río Amazonas. Tras los pasos de Francisco de Orellana.
Expositor: Diego De la Quintana
En el año 1538, parte de Quito una expedicion liderada por Gonzalo Pizarro a quien acompañaba Francisco de Orellana y Gaspar de Carvajal, en condicion de capellan. La expedición tenia como objetivo, alcanzar el Dorado y el País de La Canela. De esta expedición, Gaspar de Carvajal escribió la crónica “Relación del nuevo descubrimiento del famoso río Grande que descubrió por muy gran ventura el capitán Francisco de Orellana” (1542). La crónica cuenta las penurias y miserias por las que paso la expedición. Da cuenta de la separación de la expedición, a falta de víveres y alimentos, en dos grupos, uno a cargo de Pizarro y el segundo a cargo de Orellana. Fue este segundo grupo el que haría historia, ya que despues de construir una barcaza, y navegar rio abajo descubrirían un nuevo río, en el cual la expedición fue atacada por un grupo de feroces amerindios del cual se decía que eran tributarios de las míticas Amazonas, “mujeres blancas, altas… con arcos y flechas en las manos haciendo tanta guerra como diez indios”. Orellana alcanzaría la desempocadura de este río el 26 de agosto de 1542. Despues de una larga travesía llegaría a España, donde años despues lograría el permiso de la Corona para realizar una nueva expedición por este río. La expedición partió de Cadiz a finales de 1545. Tras meses de viaje, la expedición ingresa por el Atlántico al entonces llamado rio Negro, donde es atacada por un grupo de nativos, en el cual Orellana pierde la vida en un lugar hasta ahora desconocido, en noviembre de 1546.
Los venenos a lo largo de la historia
Expositora: Pamela Cespedes Borda
Los venenos han acompañado al ser humano desde hace miles de años, ha tenido más usos de los que se puede imaginar; ha cambiado el curso de la historia. La evidencia se encuentra en pinturas rupestres, en papiros egipcios, en escritos y documentos, y hasta en la literatura de ficción. Una memoria histórica de los personajes envenenados tendría que incluir tanto a ciudadanos anónimos como a emperadores, Papas, reyes y reinas, toda clase de rivales y enemigos.
Los venenos se caracterizan por producir su efecto poniendo a salvo a la mano criminal, actúan de forma silenciosa y, aún hoy en algunos casos, indetectable. Su uso no requiere fuerza física pero sí astucia y paciencia.
Es paradójico el hecho de que la palabra griega que alude a veneno (Toxikon pharmakon) fuera empleada también para describir a drogas que sanan. Esta dualidad fue mejor descrita por el suizo Paracelso, al declarar que la diferencia entre el remedio y el veneno se encuentra en la dosis. El desarrollo de la ciencia forense y la farmacología en el último siglo, ha permitido la identificación y la síntesis de toda clase de sustancias tóxicas, con la ventaja de reconocer sus síntomas y hasta dosificar el uso. Lamentablemente, esto no ha impedido que, hasta nuestros días, sustancias como el gas mostaza o el polonio se cobren la vida de muchas personas.